por imape 3 enero 2023
por Jeremy Burns
Estratega de Marketing y Negocios de IMA GO!
El año 2022 fue transformacional para todo el planeta. Y si creímos que lo peor que podría pasar era una pandemia, el conflicto militar ruso-ucraniano ha dejado en claro lo que una simple guerra regional puede generar en términos de shock a escala planetaria. Y estos shocks tuvieron serias repercusiones a nivel local en nuestro territorio dadas nuestras vulnerabilidades internas.
Es por ello que en esta nota buscamos destacar en términos generales las principales vulnerabilidades externas e internas que tenemos como nación ya que, si no reforzamos nuestras capacidades en estas aristas, los siguientes shocks globales van a tener consecuencias mucho más devastadoras de lo que hemos tenido que afrontar en los últimos 3 años desde el inicio de la pandemia.
La principal vulnerabilidad externa del Perú es su dependencia tecnológica-industrial con el resto del planeta. Y esto ha quedado claramente evidenciado con tres crisis fundamentales que azotaron a nuestro país:
No tenemos la capacidad de producir ni las vacunas ni máscaras o respiradores para garantizar la seguridad de nuestra población casi tres años después del inicio de la pandemia del Covid-19.
A pesar de que nos consideramos un país productor de combustibles (petróleo y gas), no podemos garantizar si quiera el suministro básico de sus productos derivados a nuestro mercado interno y así sopesar la convulsión de los mercados internacionales. Si a esto le sumamos que nuestra poca capacidad industrial se vio mermada con el cierre de la Refinería de La Pampilla, queda claro que, si algo les pasa a las plantas de gas desde Camisea hasta Chilca, la convulsión social del 2022 vas a ser una nota al pie de página en la historia de nuestros conflictos sociales.
La guerra en Ucrania trajo consigo un cuello de botella en la exportación de fertilizantes a nivel global, y nuestro país no se encontró preparado para tal situación ni tuvo la capacidad intelectual para buscar alternativas desde inicio del conflicto. Por tal motivo, la mayoría de agricultores dependientes del Estado quedaron completamente a la merced de la providencia ya que la producción de fertilizantes locales por parte de industrias privadas es limitada y no puede en ningún escenario satisfacer la demanda local. Y si bien, las consecuencias de la falta de fertilizantes aún no se sienten en nuestro país, para los meses de marzo y abril estas se sentirán fuertemente y el gobierno deberá estar preparado de antemano para poder minimizar los conflictos que esta crisis podría generar.
Estos son solo tres rubros en los cuales ni el Estado ni la empresa privada pueden brindar soluciones a las crisis que azotaron a nuestro país durante el 2022.
De esta forma podemos seguir profundizando en cualquier tipo de industria y producto de consumo que determinan nuestra calidad de vida y modernidad. Si caemos víctimas de un bloqueo o sanciones por las “actitudes” de nuestros gobernantes, terminaremos en un año con la misma calidad de vida que teníamos en 1923 con mucha suerte, y sin Leguía para colmo.
Claramente, nuestra principal vulnerabilidad interna se podría decir que es nuestra falta de industrialización, pero en realidad nuestras principales vulnerabilidades son mucho más estructurales y no se limitan simplemente a la falta de industrias estratégicas. Tenemos problemas de raíz, y estos son:
El país nunca ha podido generar una estructura política que genere desarrollo para el interior. Desde la Independencia, la creación de provincias, regiones y macro-regiones no ha generado mejora en el desarrollo de las distintas comunidades debido a que, por lo general, estas divisiones políticas se generaron con el fin de “tercerizar” el desarrollo de los distintos territorios por parte del gobierno central que, debido a ello, se “lavaba las manos” con cada nueva “innovación”. Luego de 20 años del experimento regionalizador, queda claro que este tampoco sirve. Sin objetivos estratégicos de desarrollo regional/provincial, todos estos territorios van a seguir en el mismo limbo hasta la sexta extinción del planeta. Ha quedado claro que las autoridades y tecnócratas locales en cada territorio no tienen la capacidad para realizar lo que su función requiere salvo contadas excepciones.
Si algo existe en común en la gran mayoría de pueblos y comunidades del interior del país es que NO EXISTE LA PRESENCIA DEL ESTADO. El aislamiento de estas comunidades es una realidad. Se encuentran aisladas de la vida política, comercial e institucional del país. Salvo una comisaría y uno que otro Banco de la Nación, no existe cobertura de los servicios estatales en la mayoría de asentamientos humanos del país. Y esto es algo realmente dramático. Si el Estado no empieza a desarrollar su presencia de la misma forma como la tiene en Lima y en las capitales de las distintas provincias, el resentimiento y los conflictos sociales seguirán creciendo hasta el punto de inflexión que puede culminar con la fracturación del país.
Lo peor que le ocurrió a nuestra clase política fue el creerse el cuento de las políticas económico-sociales de Milton Friedman, el cual apelaba por la minimización de la inversión pública con el fin de reducir la deuda fiscal y dejar que las fuerzas del mercado se encargasen de regular el desarrollo de los mercados. Como toda tendencia en Perú, nuestros políticos llevaron el pensamiento neoconservador de Friedman al extremo. Y si bien se puede decir que nuestro Estado invierte mucho más que el promedio de países de la región en políticas y obras públicas, estas son cortoplacistas para mostrar los éxitos de su gestión y no de carácter estratégico para el éxito del desarrollo de nuestra nación. Un ejemplo vivo de esto fue Alan García quien logró un récord de inauguración de escuelas, pero todas sin los servicios necesarios al cien por ciento y sin educadores de calidad. Cualquier obra de envergadura es “desechada” porque esta sería culminada por “el siguiente gobierno” y como no hay reelección… no se la “juegan”. Esta mala práctica es el peor virus generalizado en nuestras políticas públicas desde mediados del siglo pasado y por ello nuestro país se encuentra como se encuentra hoy por hoy.
Y si el Estado no invierte, ¿por qué no lo hacen los privados? Para un inversor privado, invertir en infraestructura es un riesgo demasiado grande, especialmente cuando los gobiernos de turno no duran más de 20 meses en el cargo. Cualquier contrato puede ser anulado, o incluso ser llevado a corte y procesado por haberse generado durante el gobierno del criminal de turno. Lo más triste de esto es que esta no es una situación nueva, esto existe desde siempre dado que la inestabilidad política del país es la única constante en nuestra historia republicana. Sin estabilidad política e institucional, ningún inversor va a arriesgarse a invertir en “hacer patria”. La herencia de Velasco es esa. Su gobierno dejó el precedente de la expropiación en los 60s. Luego, el caso de Lucchetti sentó igualmente precedente para otros inversores tanto locales e internacionales en el año 2000. Finalmente, los conflictos mineros, la minería ilegal y el tráfico de tierras dejan en claro que el Estado no tiene la capacidad para gestionar legalmente la adjudicación de tierras en el interior del país. Para el inversor privado, es mejor “invertir” en las bolsas extranjeras, tener un retorno de inversión previsible y no ser el blanco de la satanización por parte de cualquier “agitador de turno”.
Nuestras vulnerabilidades internas potencian nuestra vulnerabilidad externa. Los últimos 20 años de “desarrollo” han sido desperdiciados ya que creímos que el neoconservadurismo y la globalización habían llegado para quedarse. El 2022 ha demostrado todo lo contrario. Tanto Europa como EEUU se encuentran “invirtiendo” trillones de dólares y euros en subvencionar el desarrollo y la relocación de industrias estratégicas en sus territorios en preparación para la fragmentación del comercio mundial.
El Perú tiene la oportunidad con el nuevo gobierno de Dina Boluarte de redireccionar sus políticas hacia la reducción de nuestras vulnerabilidades internas, promoviendo el incremento de la presencia del Estado, reestructurando las funciones de los gobiernos regionales y promoviendo el desarrollo del interior del país en base a la inversión extranjera e internacional con el fin de garantizar que nuestro país progrese y no regresione una vez más como lo ha hecho en el pasado. Todos debemos buscar que este gobierno tenga éxito, de lo contrario, el 2024 va a ser mucho peor que el 2021 y 2022 juntos.
¿ESTÁ PREPARADO TU NEGOCIO PARA ESTA REALIDAD EN EL 2023? CONVERSEMOS. |