por imape 20 abril 2022
por Jeremy Burns
Estratega de Marketing IMA GO!
Durante las últimas semanas, hemos observado a nivel global a una serie de actores actuando de manera irracional. En la escena mundial, Vladimir Putin ha desatado una guerra que ha hecho retroceder al planeta 30 años, y la cual al parecer no tiene ningún objetivo claro a vista de su población y la comunidad internacional. En la escena local, el presidente Pedro Castillo no tomó en serio las demandas de los transportistas durante el inicio de sus protestas, lo cual culminó en una serie de incidentes violentos, un efímero “toque de queda” en la capital, la mayor protesta popular en su contra, y su equipo de gobierno cediendo ante todas las demandas de los transportistas más radicalizados.
Ambos líderes se encuentran sujetos del mismo problema. La información que reciben es completamente filtrada y parcializada por su equipo y personal más cercano. En el caso de Putin, las fuentes internacionales afirman que esto se debe al miedo de los asesores a contradecirlo. En el caso de Castillo se debe a que las personas a su alrededor se encuentran completamente ideologizadas y no tienen el perfil profesional requerido para cumplir el rol que se encuentran fungiendo.
Nadie en el mundo puede operar eficientemente sin información real, validada, y verificada. Peor aún, no se puede esperar que los líderes de empresas y naciones tomen decisiones correctas si la información que se les brinda se encuentra completamente parcializada e ideologizada. Asimismo, si el líder no tiene “los pies en la tierra” y no es consciente de las realidades del escenario donde opera, cualquier información, por más certera que sea, pierde relevancia debido a las propias taras del ejecutor.
Tanto Putin como Castillo siguen creyendo en el mito que trataron de desarrollar para justificar sus acciones. Vladimir Putin aún cree que la mayoría de ucranianos son “rusos” secuestrados por la injusticia del tiempo. Pedro Castillo aún cree que “El Pueblo” lo respalda y son sus enemigos los cuales crean la inestabilidad del país.
Lamentablemente, estas ilusiones no solo afectan a líderes políticos. Mark Zuckerberg, CEO y fundador de Facebook/Meta, demostró esta semana ser víctima de sus propias taras al descubrirse que sus empleados “cariñosamente” lo apodan “El Ojo de Saurón” (referencia al espíritu del mal en El Señor de los Anillos que todo lo ve y corrompe). Al igual que Castillo y Putin, Mark prefiere creer su propia versión de los hechos y no que el apodo impuesto es un reflejo de su vehemente necesidad de micro gestionar y espiar a sus empleados continuamente.
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