por imape 22 agosto 2019
Son insólitos argumentos ante la consulta por conocer cómo se hizo o trabajó el proceso que llevó a un resultado de investigación. No es sospecha o prejuzgar que se haya hecho un mal trabajo, sino porque es necesario comprender la información y no solo recibirla. Comprenderla de entrada desde su ficha técnica donde se resume cómo se obtuvo la información, cómo se justifica su pertinencia, el escenario en que es publicada, el universo, muestra, metodología, técnicas aplicadas, diseño, hipótesis con las que se parte, coyuntura en que se realizó (momento del año) e incluso el financiamiento. ¿Revela algo esto último? Claro que sí, pues despeja dudas de si es estamos frente a un estudio de investigación mix con pubirreportaje.
Es apelar a algo que nos enseñan (o deberían enseñar) desde casa: a leer y entender, pero con información completa. Lo otro es sesgar. No solo como profesional, como ciudadano uno tiene todo el derecho a solicitar o hasta reclamar ante cualquier publicación que asevere una verdad cómo es que se llegó a dicha conclusión. Preguntar el “porqué de algo” en cualquier ámbito de la sociedad nunca deja de ser necesario; la crítica y la consulta no puede ser omitida, menospreciada o motivo de burla. ¿Cómo empiezas a pensar en construir una solución? Existe evidencia empírica que nos dice que prescindir del cuestionamiento cuesta y muchas veces muy caro, puede costarle el trabajo a un gerente de marketing, la quiebra a un empresario o la libertad a quienes ejercieron un cargo público.
Comparto esta lista de puntos de la Dra. Yanna Stefanu, motivado por un reciente estudio de investigación social (?) publicado en medios y redes así como otros resultados de estudios que periódicamente son publicados sin adjuntar este elemento clave para el adecuado análisis.
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